SÍ HUBO PLAN
Siento contradecirle
señor Griñán. No sólo hubo un gran fraude, también un gran plan.
Se lo voy a explicar señor Griñán, aunque usted lo sabe mejor que
yo, y aunque, además, es a usted y no a mí a quién corresponde dar
explicaciones. Pero antes, vamos a hacer un ejercicio de ingenuidad
tontuna y vamos a tomar, provisionalmente, por buena su afirmación.
Es decir, vamos, como le digo provisionalmente, a quedarnos con eso
del gran fraude sin plan.
¿Y bien, señor Griñán?.
¿Cuándo ha pedido usted perdón a los andaluces, ya puestos también
a los españoles y a los europeos, porque algunos de los miembros de
su gobierno o de su administración, hayan dilapidado dineros
europeos, españoles y andaluces?. Por ese “gran fraude” como
usted mismo lo califica, aunque fuera sin plan preconcebido. Usted ha
sido Presidente. Ha estado al mando de la nave. Y antes de serlo ha
sido Consejero de Hacienda. Por usted pasaba el dinero que se gastaba
en la Junta de Andalucía. ¿Dónde estaba su responsabilidad por la
gestión de los que estaban debajo de usted?. Usted, señor Griñán,
como la Infanta, no se enteraba de nada. Eso lo dice usted con total
naturalidad. Con la misma naturalidad con la que el resto de los
andaluces “no se enteran” de lo que pasa en la administración
que sufragan. Pero hombre, al resto de los andaluces, mejor dicho, a
la mayoría del resto de los andaluces, les pillaba todo ese
tejemaneje del “gran fraude” un poco lejos y como a trasmano,
pero a usted, oiga usted estaba en todo el cogollo, vamos delante de
sus narices.
En fin, aparte de todos
los argumentos que podrían traerse ahora a colación, sobre la
cantidad de oportunidades que usted habría desaprovechado para
enterarse de lo que pasaba a su alrededor, entre ellas los informes
de su propia Intervención, o, como se ha sabido recientemente, de
sus propios letrados del Gabinete Jurídico de la Junta, me gustaría
referirle una, que creo se menciona poco: el ruido que hicimos muchos
funcionarios desde octubre de 2010 a cuenta de la nefasta
administración paralela y del cínico afianzamiento de la misma que
el Gobierno que usted presidía realizó con los decretos 5/2010 y
6/2010 ( con la inestimable complicidad de UGT y de CCOO) y la
posterior aprobación (con la inestimable complicidad astencionista
de IU) de la ley 1/2011 de Reordenación del Sector Público
(eufemismo de la más certeramente denominada “Ley del
Enchufismo”). Lo intentamos todo, señor Griñán. Salimos cuarenta
mil personas (funcionarios y empleados públicos) a la calle en una
manifestación en la que protestábamos por la huida del Derecho
Administrativo que su gobierno estaba propiciando (le recuerdo que
esto es lo que está en el núcleo de los ERE, de ese su “gran
fraude sin plan”). Entre la infinidad de actos y movilizaciones que
realizamos no faltó, al principio, el intento de que su Consejera de
Hacienda y Administración Pública, Dña. Carmen Martínez Aguayo,
(también imputada) nos recibiera para explicarnos lo que estaba
ocurriendo en esa operación de empoderamiento de las agencias de la
administración paralela en detrimento de las consejerías de la
Administración General, del Derecho Laboral en menoscabo del Derecho
Administrativo y del personal laboral sin oposiciones ni concurso de
méritos en claro agravio al personal funcionario y laboral de la
Junta de Andalucía.
La callada por respuesta.
Evidentemente. Ni su Consejera ni usted quisieron saber nada de
nosotros. Es decir, el personal que sustentaba la administración que
usted dirigía no era digno de ser oído por usted. Tal vez, señor
Griñán, si hubiera tenido un mínimo de sensibilidad hacia aquellos
que verdaderamente sostienen y dan vida a diario a la administración
que usted dirigía, tal vez entonces, señor Griñán, se hubiera
usted enterado de lo que pasaba alrededor y hubiera tenido la
oportunidad de parar la maquinaria de los ERE. Sin embargo no fue
así.
Los ERE son un caso
paradigmático de los desmanes de la administración paralela, que
fue invento de sus predecesores pero que usted continuó impulsando y
afianzando, dotándola de una pseudolegalidad, aún pendiente de
decisión de constitucionalidad en el Tribunal Constitucional.
Y este es el plan, señor
Griñán. Disponer desde la cúpula de una administración la
existencia y desarrollo de otra administración, instrumental, regida
en su funcionamiento predominantemente por el derecho privado, por
tanto con una evidente falta de control (principalmente la
fiscalización previa de los gastos) en comparación con los
procedimientos regidos por el Derecho Administrativo, para realizar
aquello que debería realizar la Administración General. ¿Porqué
deciden sus antecesores y usted llevar la gestión de los asuntos
públicos a una entidad con menos controles sobre los fondos
públicos?. Esos controles son la garantía que las leyes y normas
administrativas disponen para el correcto uso de los bienes de los
ciudadanos. Quien no respete esto está incurriendo en una
ilegalidad. ¿Porqué, señor Griñán, decidió usted secundar a sus
antecesores llevando los asuntos públicos a esas entidades, sacando
del cauce normal de la administración asuntos sensibles como la
concesión de subvenciones o ayudas públicas?. Ese “fraude” no
se hubiera producido si previamente no existiera la decisión
política de que esas entidades paralelas, con escaso o nulo control,
concedieran subvenciones y ayudas.
¿Dónde situaría usted
el problema señor Griñán?. ¿En el hecho de que algunos
aprovechados se beneficiaran mafiosamente de esos fondos para
parados, o en ese otro hecho de que existiera una política,
contraria al Derecho Administrativo, basada en decisiones políticas
suyas y de sus antecesores, que atribuyó a esas entidades sin
control potestades que no tenían por qué tener?. ¿Para qué
desviar la gestión de los cauces legales?. No me diga que es por
agilidad. Sería tanto como decir que sería correcto sacrificar la
legalidad en aras de la agilidad. ¿Es esto posible, señor Griñán?.
Ese su “gran fraude”
no ha salido como las setas en el campo. Por el contrario, es el
inevitable resultado de diseñar y ejecutar una política ajena a los
controles. Es producto del plan de su partido, ejecutado por usted
desde su puesto de Consejero de Hacienda y por el Gobierno que usted
presidió después, y lo que es peor, por el Gobierno que continuó
presidiendo su pupila y que ahora preside en funciones.
Todo plan tiene, señor
Griñán, dos componentes: un determinado diseño y un objetivo o
finalidad. En los párrafos que anteceden se ha descrito más o menos
el diseño. Ahora bien, ¿para qué ese diseño de una doble
administración?. Con qué objetivo se hace todo eso. Si uno lleva la
contabilidad de una empresa y decide hacer una contabilidad doble o
“B”, será por algo.
¿Cual es el objetivo,
señor Griñán, de la administración paralela? ¿Porqué se decide
que sea el IFA, luego IDEA, la que conceda subvenciones y no la
Consejería? ¿Porqué se utilizan las transferencias de financiación
en aquello para lo que no estaban previstas?. ¿Qué hay, señor
Griñán, al final de esta manera de proceder?. ¿Clientelismo
político?. Todo apunta en ese sentido, ¿no le parece?. Si no ¿para
qué arriesgarse cruzando la linea de la legalidad, si no fuera
porque ese riesgo se compensa con los votos?
Hoy más de lo mismo,
señor Griñán, le toca declarar a su antecesor, ese que fue al
mismo colegio que la Infanta y que usted. No esperamos nada nuevo.
Pero sí, siento contradecirle señor Griñán, no sólo hubo fraude
sino que hubo plan y usted participó en él. De modo que deje de
hacerse la víctima porque ese papel, desgraciadamente, no le
corresponde a usted.
No es la edad, ni la amnesia; es la poca vergüenza de un dirigente que en compañía de otros instauró una manera de proceder para favorecer a los suyos y comprar voluntades..., y votos con dinero público. Como no quería controles ni cauces legales se inventó entes paralelos dónde colocar a su gente y repartir el dinero como les viniera en ganas. De aquellos polvos, estos lodos..., pero no se enteraba, ¿para qué? Si confeccionó un sistema precisamente para eso...Sin vergüenza y sin escrúpulos.
ResponderEliminar